El Manga de Dragon Ball Super - El Androide Feliz

Cuando anunciaron que Dragon Ball volvería a la pequeña pantalla, 18 años después del último capítulo de la desastrosa y olvidable Dragon Ball GT, todo el mundo tomó la noticia con cierto recelo en un principio. Después de 2 películas (“La batalla de los dioses” y “El regreso de F”) un poco flojas pero realmente exitosas en taquilla la idea de una continuación en forma de serie de televisión empezó a rondar en el aire. Finalmente se acabó confirmando el rumor, y no solo eso, sino que además el propio Akira Toriyama estaría detrás de los diseños y guiones de la serie (¡!).

Tras el esperable hype inicial la serie se fue desinflando a pasos agigantados, principalmente por el deficiente dibujo y la desastrosa animación empleada. Por primera vez, toda la serie se había dibujado y animado totalmente por ordenador, utilizando tabletas digitales en lugar de métodos más artesanales, y el resultado dejaba bastante que desear. ¿Cómo sería Dragon Ball Super si estuviera bien dibujada?

Lo que muchos no saben es que un par de semanas antes del estreno del anime, el 18 de Junio de 2015, también salía en los quioscos japoneses la versión manga de DBS publicada por la revista V Jump. Utilizando argumentos del propio Toriyama y con dibujos de Toyotaro, el manga de Dragon Ball Super es la verdadera continuación en espíritu y alma del clásico de Akira Toriyama. Si bien los dibujos no alcanzan la perfección angelical de los originales, sí que se acercan bastante, y cumplen como dignos sucesores del mito impreso.

Por momentos parece que nada hubiera cambiado…

Leer el manga puede ayudar a aliviar ese mal cuerpo que deja el visionado de la serie de televisión. Esto sí es Dragon Ball. Esto es lo que deberíamos estar viendo a todo color y en movimiento. Pero no nos engañemos, después de leer varios números al manga se le empiezan a ver las costuras. Ojo, no digo que sea un mal comic, es todo lo que debería ser y consigue recuperar esa sensación de que todo es posible. La emoción. Pero por alguna razón tiene ese mismo olor a plástico, a nuevo, que desprende el anime. A prefabricado.

Toyotaro es un mangaka que se hizo famoso por ser el autor del fan-manga Dragon Ball AF, y posteriormente fue contratado por Shueisha para dibujar el spin-off “Dragon Ball Heroes: Victory Mission”. Podría considerarse el sucesor lógico de Akira Toriyama. Y aunque consigue imitar el estilo del maestro de manera encomiable todavía se le nota esa falta de contundencia. Algunas de sus figuras muestran ciertos problemas de proporción, como en el caso de Goku, que por algún motivo le suele quedar bastante cabezón. A Toyotaro también se le va un poco la mano cuando tiene que dibujar la zona baja del tronco de Son Goku, alargándolo de manera poco natural.

¿Qué te ha pasado en la cabeza, Goku?

Cosa que no ocurre por ejemplo con Vegeta, que está mucho mejor representado. Hasta tal punto que en la mayoría de veces es imposible diferenciarlo de la versión del propio autor original. Éste es el Vegeta que todos conocemos. Todos los trazos del mangaka entregan una versión muy lograda y creíble del príncipe de los Saiyajins.

Akira Toriyama solía dibujar algunas páginas a color cada ciertos números, cosa que Toyotaro descarta, habiendo entregado no más de un par de ilustraciones a color en los números publicados hasta la fecha. Cosa que intenta suplir con el uso de tramas, que si bien en primera instancia pudiera parecer algo positivo, al final acaban lastrando la autenticidad del cómic. A Toriyama no le gustaban las tramas, y por eso apenas las utilizaba. Aquí al ver tanta trama enseguida nos damos cuenta de que este no es papa Tori a los lápices.

Toriyama nunca utilizaba tramas…

Otro de los temas “candentes” de la continuación de Dragon Ball Z es el humor que se emplea en la historia. En la versión manga el humor está mucho mejor integrado que en el anime, y no chirría tanto, cosa que en el anime muchas veces nos acaba sacando de la misma historia, aquí fluye con total naturalidad. Hay algunos momentos incluso que rozan la genialidad, recordando mucho a los gags más locos de Villa Pingüino.

En escenas como esta se nota la mano de Toriyama, marca de la casa

En cuanto a las escenas de combate, lo primero que vemos es que desaparece esa sensación de vergüenza ajena del anime. Aquí Toyotaro tiene la lección bien aprendida, y sabe lo que significa representar un buen combate al estilo Dragon Ball. Podemos notar cierta evolución en la escala de poder de los personajes respecto a la saga de Buu, en combate real los personajes han evolucionado, e incluso han aprendido alguna que otra técnica que en el anime no llegamos a ver en ningún momento. Pero como ese halo que recorre a todo el manga, hay algo que no termina de convencer en cuanto a los combates cuerpo a cuerpo.

El manga nos devuelve las ganas de volver a ver a estos tipos en acción

Y luego está el tema de si Dragon Ball vuelve a recuperar su tono épico o no. En este punto cuesta un poco decidirse, ya que si bien vuelve a tener ese aroma a rico, a jugoso, a que nos van a contar algo que nos va a sorprender, todavía no llegamos a sentir esa sensación de nerviosismo, de que algo muy malo está a punto de pasar. Quizá cuesta empatizar con los personajes, porque da la sensación de que todo es un juego, y nadie está en verdadero peligro. Eso unido al humor más acentuado de esta nueva andadura, hacen que Dragon Ball Super en general pierda ese tono épico que si se respiraba en la serie madre. Cuando Vegeta mató a Piccolo en su primera visita a la tierra, todos los fans se quedaron tiesos delante del televisor mientras veían como el rey de los demonios protegía a Son Gohan, el hijo de su mayor enemigo, del fulminante ataque de los temibles Saiyajin. Algo así en DB Super sería impensable. La serie no da lugar a que se generen ese tipo de ambientes.

Toriyama ha tenido la buena idea de ampliar la mitología de DB

En el lado positivo, esta nueva serie de sagas están aportando nueva mitología al mundo de Dragon Ball, lo que ayuda a expandir posibilidades y abrir nuevos territorios argumentales que tratar. 7 nuevas bolas de dragón, del tamaño de auténticos planetas y que otorgan un número infinito de deseos. Pero sobre todo, la estructura de 13 universos, que abre las puertas a nuevos personajes y posibles enfrentamientos que por otro lado ya estarían agotados, ayudan a quitar de la cabeza del lector el pensar que ya todo está dicho. Hay nuevos mundos, y prácticamente todo es posible. Solo el tiempo dirá si el viaje ha merecido la pena.

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